El simple placer de mirar

19 octubre 2006


Antígona de las Galaxias

Carta a mi amiga estudiante de actuación

Estimada Mariella:

Como siempre te digo que ver teatro es el mejor modo de aprender, sobre todo si vamos a escribir o a actuar, pues hice lo mismo para que sigas mi ejemplo, y fui a ver “Antígona” dirigida por Roberto Angeles y protagonizada por Fiorella de Ferrari. Lo primero que voy a decirte es que Fiorella no está mal, contra todos los pronósticos de sus mil detractoras que muertas de envidia la comparaban maliciosamente con Teresa Ralli y la descalificaban aún antes de verla. O sea que tu maldad no podrá cebarse en ella, je je.
Pero valgan verdades, Mariella, lo que está mal es la puesta. Roberto Angeles ha amontonado textos de diversos autores para tratar de esconder... que no tiene nada que decir. Su puesta tiene como único norte el tremendismo, la espectacularidad “gringa” y el heroísmo de telenovela mexicana. El vacío intelectual de Angeles pierde por goleada en comparación con la riqueza conceptual de Miguel Rubio, el director de esa otra Antígona que le gusta a los jóvenes tanto como a los viejos. Mientras el tío Miguel proyecta su puesta al contexto peruano para condenarlo, el tío Roberto se escapa de interactuar con la realidad nacional y más bien mira hacia mil escenarios diferentes, escapistas, “fashion”. (Nuestro amigazo Eduardo, el mordaz, nos diría que mientras Miguel Rubio mira los noticiarios Roberto Angeles ve Disney Channel, y tendría razón, pues esta Antígona del Teatro Británico es una mazamorra de referencias culturales mal pegadas, un cruce mutante que ni siquiera emociona, aunque sí, a veces da risa).
Y eso es verdad, puedes divertirte mucho pensando con esta puesta. Por ejemplo: ¿qué sale si juntas un Noé de película de semana santa con Obi Wan Kenobi? Sale Carlos Tuccio haciendo su Corifeo obvio y redundante. ¿Y si cruzas El Rey León, el musical de tu Colegio San Silvestre y la tragedia griega? Sale el coro aflautado que componen tres chicos con menos hormonas que un pollo. La Princesa Amidala – perdón, Ismena – la hace Sofía Rocha, a la que no le haré roche. Gonzalo Molina aparece as himself, siempre ronco y haciendo de él mismo aunque su personaje aquí dicen que se llama Polínice. Alfredo Santiesteban es Creonte, aunque con un abanico grande parecería un miembro jubilado del grupo Locomía, ese que ciertos amigos imitaban de chibolos, jaaaaa.
No sigo porque ya estoy sacando cachita, como Eduardo, y no pues. Pero es que amo el teatro, LO AMO, porque me da ideas grandes y emociones intensas. Pero a esta puesta le faltan ideas y no emociona nada, de repente por eso me burlo, para que aunque sea me haga reír. Porque en las puestas sin emoción todos reaccionamos con indignación, sorna o desprecio, esos sentimientos que los espectadores creamos porque el director no los pudo generar.
Tienes que ver Antígona pero para aprender, no del texto porque es una sopa de letras, sino de los errores de R.A. Provecho.

Mariano

(P.D. de Eduardo: “de repente Roberto Angeles es el nuevo Polínice del teatro peruano”)
(P.D. mía: leíste al ignorante que escribe crítica en El Comercio poniendo “Polinices” en vez de “Polinice”? Y a la puesta con 14 actores la llama minimalista. La ignorancia es atrevida diría mi nona. Resobón!)

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Creo que tu crítica está un poco subida de tono, dices bien claro lo que te gustó y lo que no te gustó creo q en algunos términos se te va la mano. !Pero igual sigue criticando!

8:29 a. m.  

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